
CONVERSACIONES TRANSOCEÁNICAS
Maxime Power | Audiovisual de la Conspiración #2

Phil de Punxsutawney
Hace ya más de un año desde la última vez que pisé los Estados Unidos de América y desde que pude estar en persona con mi amigo. Desde entonces vivimos incansablemente el día de la marmota, cada uno a su lado del Atlántico. Nos levantamos, trabajamos, hacemos una videollamada para comentar el día y vuelta a empezar.
Hemos vivido 一y seguimos viviendo一 con el sentimiento de que el mundo ha quedado paralizado. No podemos hacer nada de lo que teníamos planeado ni podemos preparar ninguna aventura. La simple idea de pasar tiempo juntos se ha covertido en un sueño sin fecha de inicio.
Y a pesar de la monotonía de nuestros días, la realidad es que no han dejado de suceder cosas a nuestro alrededor. Empezando desde el confinamiento, seguido de las elecciones estadounidenses 一lástima lo de Bernie Sanders一, las elecciones vascas 一ya puede caer un meteorito que aquí seguirán gobernando los mismos一, el black lives matter, el reparto de las vacunas y la gestión de la pandemia en general. Debo puntualizar que mi amigo para ser un estadounidense medio está bastante interesado en política pero sin excederse. ¡Incluso se considera socialista, ojo! Además está bien que un hombre blanco, heterosexual y de clase acomodada sea crítico con el sistema.
En otras palabras, nuestro día a día no daba mucha conversación, sin embargo, lo que pasaba a nuestro alrededor nos daba temas de diálogo para horas. Nuestras vidas se habían congelado y con todo el mundo seguía adelante, para unos más y para otros menos, empujados por los cambios políticos, la reivindicación de sus derechos sociales o la oposición a la realidad y al discurso oficial.



En España estuvimos algunos meses encerrados y entre tanto en Estados Unidos nunca se impusieron unas medidas tan duras como aquí, no al menos a nivel nacional. Ahí se decidió en cada estado y donde vive mi amigo en ningún momento se les impidió salir de casa, aunque sí se cerraron muchos comercios. Recuerdo, por ejemplo, los rumores que surgieron sobre gimnasios clandestinos en sótanos particulares para los vigoréxicos.
El cierre de la actividad económica y la restricción de movimiento era la primera semilla para estos plandemitas. Los gobiernos de todo el mundo se han puesto de acuerdo para crear un nuevo orden mundial, o eso es lo que decían algunos. Como me comentó mi amigo el americano, vivimos en un mundo capitalista (y de capitalismo él sabe un rato, que por algo vive donde vive) y la idea de parar en seco todo movimiento de capital y provocar (más) pobreza y desigualdad no tiene ningún sentido. Si vivimos en una sociedad consumista, ¿por qué parar el consumo?
Los días pasaban y cada mañana al levantarme entraba en la página web del CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de Estados Unidos y del estado en el que vive mi amigo. Ver a través de una página web cómo su país alcanzaba nuevos picos de contagio se convirtió en una costumbre y una forma de sentirme cerca de él.
Sobre el uso de mascarillas, más de lo mismo. Aquí en el País Vasco pasamos de escuchar a una consejera de sanidad diciendo que no servían para nada a tener que llevarlas obligatoriamente. Mención aparte a la escasez de suministros que vivimos. En EEUU no me consta que fuera obligatoria, pero sí de sentido común. Y cómo no, quien no quería llevarlas montaba su show particular para viralizarlo a través de las redes sociales.
Lógicamente el nuevo orden mundial no se va a construir solo. En USA se organizaron para asaltar el Capitolio a las puertas de las elecciones. Gente disfrazada o sin disfraz, blanca, poseedores de la verdad, seguidores de Trump y probablemente terraplanistas. Esa gente que lloraba porque no tenía dinero para pagar la multa por participar en los altercados y que había llegado a Washington en jet privado. Esa gente dispuesta a posar con orgullo no solo para sus redes sociales, sino también para los medios de comunicación y extender más si se puede su discurso. Mas no pensemos que eso es algo exclusivo del otro lado del charco, que aquí también tenemos lo nuestro.
Llegados a este punto, quiero saludar al comercial de una empresa de telefonía que llamó a mi puerta y que además de ofrecerme un buen plan de Internet me explicó que efectivamente, el nuevo orden mundial ha venido para quedarse.
Mi microchip, por favor
Fizer o Aztecequeta
Ante esta situación parece que las vacunas son la panacea mundial y la llave que nos abrirá la puerta a la normalidad. Aun y todo, antes de que que comenzara el proceso de vacunación ya hubo gente que se animó a salir. Conozco casos de familias que viajaron a una Venecia desierta 一ahí debo admitir cierta envidia, a pesar de que se encontraran todo cerrado一 o el caso de la simpática camarera americana de la que me habló mi amigo. Al parecer la waitress estaba planeando un viaje para todo la familia al parque de atracciones del conocido ratón en California para celebrar el primer cumpleaños de su bebé 一así como os lo cuento y en plena pandemia一. En cualquier caso, si la vacuna me va a hacer sentir más segura y me va a permitir viajar, a mi que no me hagan esperar más.
Mientras que la Unión Europea repartía las vacunas entre los países, España entre Comunidades Autónomas y las Comunidades Autónomas entre Provincias, el procedimiento en Estados Unidos ha sido diferente. Debemos recordar que allí no tienen sanidad pública 一y cuidado con ésto, que es un tema muy serio一, y aún así la velocidad endiablada con la que están vacunando es digna de admiración. Al igual que aquí las vacunas en EEUU son gratuitas, aunque el reparto allí está siendo más rápido y no solo a través de los centros sanitarios, sino también a través de las farmacias, centros educativos y de trabajo. Y así es precisamente cómo a sus 30 y tantos mi amigo ya está vacunado sin ser grupo de riesgo. Tan sencillo como llamar a la farmacia más cercana y preguntar si les sobra alguna vacuna esa misma tarde. La reacción de mi amigo cada vez que le digo que probablemente no estaré vacunada hasta diciembre es para enmarcarla.
Lo cierto es que asustan ver los porcentajes de gente que rechazan las vacunas 一especialmente sanitarios一, ya sea por miedo a los efectos secundarios 一anda que nos han aburrido con los trombos, que a propósito, las pastillas anticonceptivas femeninas son más peligrosas一, los que siguen poniendo en duda su utilidad o los que piensan que nos van a inyectar nanorobots para controlarnos. Y en ese grupo de gente entran famosetes de tres al cuarto, gente de a pie e incluso asociaciones creadas para defender nuestros derechos; derechos a contagiar y morir de una enfermedad, imagino que se refieren.
Evidentemente, en un mundo súper conectado como en el que vivimos, los chips en nuestro organismo no tienen demasiado sentido. Ya llevamos de buena gana esos chips en el bolsillo sin que nadie nos obligue. Y sobre las aplicaciones para rastrear el virus más de lo mismo. Insisten en que nos quieren controlar, al mismo tiempo que seguimos dando nuestros datos alegremente a las multinacionales.
Conectados
Esa falta de coherencia se acentúa cuando observamos los datos de consumo de aplicaciones en línea. Puede que tengamos miedo a que nos controlen, pero probablemente en el año 2020 hemos estado más conectados que nunca. Quien ha podido ha seguido trabajando desde casa, hemos hecho videoconferencias en el trabajo, con las amistades y con nuestros seres queridos, nos hemos visto todo el catálogo audiovisual entero de la plataforma bajo demanda correspondiente, hemos jugado a videojuegos en línea, hemos realizado nuestras compras por Internet, hemos ligado en la red pero luego lo que nos preocupa son las aplicaciones para rastrear el coronavirus y los nanorobots de las inyecciones



Un poco de esperanza
Debo intentar ser positiva y pensar que vamos a salir de esta. Los políticos no se han mostrado muy lucidos pero la verdad, ¿alguna vez han destacado por su buena labor? Yo tengo la esperanza puesta en verano, cuando con un poco de suerte mi amigo el americano cogerá tres aviones para venir a verme, porque no tengo dudas de que él podrá venir a visitarme antes de que yo pueda ir a verle. No necesito unas grandes vacaciones a todo lujo, ahora mismo, después de todo lo que hemos vivido, me conformo con lo más mínimo.
Que, por cierto, estoy hablando del americano cuando llevo casi medio año sin ver a mi abuela, ya que he tenido las mismas restricciones para viajar a EEUU y para ir hasta la provincia de al lado.
PD: Termino de escribir este artículo confinada en casa mientras convivo con un positivo y espero el resultado de mi última PCR. A ver si acaba de una vez esto, porque yo ya estoy un poquito cansada.

Maxime Power
Doctora en Comunicación
Detrás del pseudónimo que está lógicamente inspirado en ese gran nombre que tomó hace años Homer Simpson, existe una doctora en comunicación que en los últimos años ha pasado sendas temporadas en los Estados Unidos de América. Políglota y apasionada tanto de las Ciencias Sociales como de la Historia del Arte, investiga y escribe cuando le dejan.