01-Abr-2021 Balizas Postdigital

El ojo absoluto: endoscopias capitalistas

Ficha del Libro

Autor: Gérard Wajcman

Editorial: Manantial

Año: 2012

Temas

Temas: cultura visual, ensayo especulativo, teoría de la mirada, estética

Leer sobre cultura visual y los procesos de transformación de la recepción de imágenes es, en muchas ocasiones, un vericueto terminológico que culmina en el habitual name dropping: Benjamin, Kant y Didi-Huberman. Tratar de redefinir la potencia de la mirada en la era del digital constituye un reto en la medida en la que la cultura del refrito intelectual parece abocada a una suerte de uróboros que se retroalimenta. Así, se agradecen obras como El ojo absoluto, donde Gérard Wajcman dilucida cuestiones habituales como el panóptico, la mirada pública, la escisión de la intimidad en regímenes de negociación de lo público o la cuestión del capitalismo como endoscopia de cuerpos sin órganos mutilados en actos de visión. Su ensayo, derivativo en la forma e hipersticioso en su fondo especulativo, dibuja un rico debate sobre la esquizia, es decir, la distancia lacaniana entre el ojo y la mirada. Cuestionar cómo se ha exteriorizado la mirada a partir de dispositivos tecnológicos que ultradefinen el órgano de la visión conduce a Wajcman a realizar un recorrido por la videovigilancia y la privatización de las emociones en entornos que sustituyeron la experiencia artística por la experiencia puramente tecnológica.

El ojo absoluto es una buena muestra del ensayo-especulativo libre, certero en los momentos en los que diagnostica ya no tanto la relación entre mirada y ojo, sino cuando reinterpreta determinadas creencias mediáticas, como su epígrafe dedicado al horror estético y la formación de la mirada terrorista opacando la imagen del bienestar occidental. Una mirada que surca la masacre de un terrorista en Nueva Zelanda, la derecha alternativa alentando los motivos visuales del pasado, selfies con escorzos barrocos de la era de Instagram en los campos de exterminio, paladines blancos que esgrimen sus doritos en 4chan viendo la teoría conspiranoica de QAnon alimentando tiroteos y Youtube convertido en campo de batalla. Raúl Ruiz preconizaría que, tras la muerte del cine, no yacería una Esfinge para recordar la saudade de un cine que pudo ser y no fue. Hallaría rastros, el ectoplasma de filmes fallidos en lo que llamaría el cine como viaje clandestino, el viaje que descubre dentro de un filme otro filme secreto, en una doble visión que revela la superstición de que el secreto de la emoción de las imágenes siempre escapa de un filme a otro. Esa doble visión es explorada por Wajcman en una obra cuyas derivas encuentran orillas. Timothy Druckrey explica la evolución del media afirmando que la sociedad actual está inmersa en una fase de ubicuidad, donde el medio ha alcanzado cada pedazo de atmósfera cultural, y Wajcman parece contestar que esa ubicuidad representa una extensión de nuestra capacidad de mirar, pero una reducción de nuestro campo de visión en la medida en la que la ultradefinición capitalista ha cegado nuestra capacidad de ver los claroscuros de la progresiva desaparición del fuera de campo, de la indeterminación histórica, política y artística.

Hay un horror de lo real, ese horror es irrepresentable. Sólo puede mostrarse. No se lo puede sostener con la mirada. Y también hay un horror estético. Es el de estetizar el horror. No se trata de un horror que se muestra, se trata de un horror que damos a ver. El caso es que, de éste, se goza. Algunos buscan suscitar con ello la piedad y un sentimiento de espanto pedagógico.

Gérard Wajcman

El ojo absoluto

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