07-May-2023 Ensayo Monográfico Postdigital Textos

Metaverso y Blockchain

Metaverso y Blockchain

Fidel Enciso Durán

Fue a ellas a quien primero escuché defender los NFTs. Hace ya un año, un miércoles de enero de 2022. Decidí ir al Institute of Contemporary Arts, en el centro de Londres, para ver un par de sesiones del London Short Film Festival. Programaban una retrospectiva de Beeple, un artista digital al que no conocía, con un coloquio posterior: una charla entre varios ponentes sobre el futuro del arte digital y los NFTs. Se profetizó la llegada de esta nueva revolución tecnológica. 

Beeple es un diseñador gráfico que se hizo famoso a principios de 2021 por vender una obra de arte digital convertida en NFT por valor de 57 millones de dólares. La retrospectiva de su obra cinematográfica, un compendio de vídeos de animación con una crítica social fácil y blanquita, empezaba con Subprime1, una crítica a la burbuja especulativa del mercado inmobiliario de los años 2000 que acabó provocando la crisis del 2008. Irónico comienzo para un artista que acabaría metido de lleno en otra burbuja especulativa 15 años más tarde. Nada reseñable.

Después de la retrospectiva, fue a ellas –auténticas cripto-sis– a las que escuché defender a muerte la llegada de la revolución cripto desde posiciones a priori feministas. Estaban Graceland London, artista digital; Emile Rafael, artista y realizador; Maliha Abidi, activista; Victoria Ivanova, curadora; Lewk Wilmshurst, artista digital también… Los NFTs y las criptomonedas iban a traer la democratización del mercado del arte gracias a esta nueva economía digital. Ahora tú también podías ser propietario de tus creaciones y hacer dinero vendiéndolas en internet. La real democracia. 

Según su discurso, como ya sucediera con internet a finales de los 90, las cripto iban a suponer una democratización que se extendería a todos los ámbitos de nuestra vida. La tecnología cripto era la mejor aliada feminista de las mujeres creadoras: las que allí estaban ya habían conseguido recaudar grandes cantidades de dinero vendiendo NFTs. El metaverso y el espacio digital de la web 3.0 sería, por fin, un espacio feminista y diverso. Un espacio al que volverse para ponerse a vender NTFs elles también, antes de que las lógicas perversas de nuestro mundo físico volvieran a corromper el euro y hacerse de nuevo realidad.

UTOPÍA DEL METAVERSO DE BLOCKCHAIN: ¿LA DESCENTRALIZACIÓN DE INTERNET?

Las actuales plataformas de la web 2.0, al igual que los metaversos de blockchain (dentro de la web 3.0), son también estructuras de gestión de la información. Y como tal, son estructuras de poder y control de nuestra propiedad digital, así como de modelaje de nuestras formas de socialización. Pero a pesar de las diferencias que puedan existir, los metaversos que se están desarrollando actualmente funcionan de manera muy similar a las plataformas de la web 2.0 en algunos aspectos. Pues aunque se supone que el metaverso pretende ser un único ciberespacio virtual capaz de interconectar todas las plataformas que ya conocemos –redes sociales, videojuegos, espacios de compra online– no existe actualmente, y quizás nunca lo exista, un solo Metaverso que lo aloje todo

Este hecho nos permite deshacer el hype del metaverso entendido como una nueva utopía casi caída del cielo. Tan solo existen diferentes metaversos, desarrollados por distintas empresas privadas y entidades, que compiten entre ellas en una carrera por convertirse en los metaversos definitivos. Y estos metaversos son, en esencia, plataformas como las que ya existen en internet. Cada una con sus propias normas y funcionamiento. El auténtico reto que los metaversos tienen por delante, si quieren suponer una innovación real, de acuerdo con el discurso cripto-utópico, es el de establecer una economía digital propia basada en criptomonedas que permita romper con el actual modelo de negocio de las plataformas de la web 2.0. Eso permitiría, además, dejar atrás el control centralizado y autoritario que las plataformas tienen sobre nuestros datos.   

Recordemos que el modelo de negocio de las actuales plataformas consiste en la extracción y venta masiva de datos5, con toda la problemática en torno a la vigilancia y a la capitalización de la atención humana que ya existe en este sentido. Algunos autores como Marta Peirano creen que la llegada del metaverso, de seguir con este modelo de negocio de la web 2.0, sería una herramienta perfecta de control que serviría para extraer datos de sus usuarios. Y en esta línea se ha criticado a metaversos como el que propone Facebook, que en principio no difieren en nada de las plataformas que actualmente ya existen en internet. En los últimos meses Facebook, dando un giro en otra dirección, ha intentado con escaso éxito incorporar la blockchain a su metaverso para funcionar con criptomonedas. 

Frente al modelo de negocio de la extracción de datos, las utopías cripto sueñan con crear metaversos que funcionen con economías digitales propias cuyo modelo de negocio esté basado en la acuñación de criptomoneda, la cual aumente de valor según se valoriza la propiedad digital existente en el metaverso. Para los cripto-gurús, estos metaversos basados en la blockchain permitirían descentralizar la propiedad de nuestros datos, rompiendo así con el capitalismo de plataformas. Siguiendo las declaraciones de Sebastien Borget, CEO de Sandbox, en una reciente entrevista para ReplyValorem: “tu identidad, cuyos activos digitales creas tú mismo (…) en la plataforma, e incluso la moneda que usas en la plataforma, todo eso te pertenece a ti”. En esta misma entrevista, argumentaba que solo con la tecnología blockchain y gracias a la descentralización que esta garantiza, se podía construir un verdadero metaverso, que se alejara del que hasta ahora ha sido el modelo de las plataformas en la web 2.0

Cuando se habla de la promesa de descentralización con la llegada de la web 3, se hace en el sentido de que la tecnología blockchain permite realizar transacciones económicas y registrar propiedad privada sin la necesidad de que una institución centralizada (un banco o un estado) lo verifique o lo legitime. En el caso de las plataformas de internet, sin necesidad de que una empresa –Twitter o Facebook, por ejemplo– tenga la propiedad de nuestros datos. Una red de blockchain es básicamente un registro de datos que es capaz de albergar la información de distintos individuos que no tienen contacto directo entre sí y que, sin embargo, pueden verificar ese registro, generando así un “consenso descentralizado”, en palabras de Mark Aliartz. Por seguir con las declaraciones del CEO de Sandbox, Borget, la blockchain es “una base de datos pública, que todo el mundo puede leer y escribir, pero en la que ningún particular puede modificar los datos, de tal forma que resulta fiable”

Gracias a esta tecnología los usuarios tienen la posibilidad de albergar propiedad digital privada en el metaverso: tierras u otros bienes digitales cualquiera, que quedan registrados en forma de NFTs y que no le pertenecen a la plataforma que posee el servidor –como ocurría en la web 2.0– sino a los propios usuarios. Como apuntábamos anteriormente, la idea de estos metaversos es desarrollar una economía digital propia en la que esta propiedad privada pueda ser comercializada gracias al uso de criptomonedas. Algunas monedas de los metaversos más famosos, como MANA Token, la moneda de Decentraland, o SAND token, la moneda de The Sandbox Game, han sufrido importantes caídas en los últimos meses. 

Además, se plantea que en estos metaversos privatizados no gobierne unilateralmente la plataforma, como en la web 2.0, donde las plataformas imponían sus propias políticas de regulación, sino que se establezcan mecanismos de autogobernanza descentralizada. Las DAO, por sus siglas en inglés Descentralized Autonomous Organization, son organizaciones en torno a las cuales los individuos pueden asociarse libremente para tomar decisiones sobre cómo invertir su dinero en el metaverso o sobre qué normas establecer dentro de su propiedad privada digital.

DISTOPÍA DEL METAVERSO DE BLOCKCHAIN: ALGUNAS CRÍTICAS A LA IDEA DE DESCENTRALIZACIÓN

Hemos visto importantes diferencias por las cuales el uso de la tecnología cripto, insertada dentro del metaverso, supone una ruptura con el funcionamiento tradicional de la web 2.0. Sobre todo, se apunta a la creación de una nueva economía digital basada en las criptomonedas, con una presencia importante de la propiedad privada bajo el uso de NFTs y con formas de asociación llamadas DAOs. Esto, desde luego, rompe con el centralismo de las plataformas de la web 2.0, como auguran los cripto-gurús, pero no implica necesariamente un avance hacia un ciberespacio más democrático.

Igualmente, y aun introduciendo nuevas economías digitales basadas en blockchain, siguen existiendo similitudes entre estos nuevos metaversos y el actual capitalismo de plataformas. Así, se pueden formular varias críticas a esta idea de la descentralización, y podemos contextualizar el metaverso dentro de un marco histórico concreto que establece líneas de continuidad con nuestro pasado y presente. El supuesto futuro de internet no deja de ser hijo del internet actual. 

En primer lugar, como también les sucede a las plataformas de la web 2.0, los metaversos basados en el blockchain necesitan atraer cuantos más usuarios mejor, estableciendo así una lógica de “depredación” tal y como la que describe Cédric Durand en su libro Tecno-feudalismo8. En el caso de las actuales plataformas de la web 2.0, las empresas tecnológicas tratan de depredar usuarios para monopolizar la propiedad de sus datos y extraer rentabilidad a partir de ellos. En el caso de los metaversos de blockchain, se trata de extraer valor a raíz de la acuñación criptomoneda, para que la lógica de burbuja especulativa siga funcionando. Aunque los metaversos otorguen una usabilidad real a las criptomonedas, su volatilidad sigue siendo alta en la medida en que dependen de mantener el interés sostenido de sus inversores, cayendo en esta lógica de “depredación”9

En segundo lugar, y siguiendo de nuevo a Cédric Durand –él describe el funcionamiento de la web 2.0, pero es interesante ver cómo es aplicable en algunos sentidos a las plataformas basadas en cripto– la lógica especulativa propia de los metaversos “descentralizados” hace que todo el foco esté puesto en la captación de usuarios y no haya realmente una lógica productiva funcionando. Pensemos en el caso del proyecto Women Rise NFT de Maliha Abidi: se genera dinero vendiendo NFTs, a base de atraer usuarios a una comunidad, pero no se invierte en producir realmente nada. Según Durand en el caso de las plataformas de la web 2.0 sucede igual. La depredación de los datos hace que “la inversión en la protección y expansión del control sobre la renta digital tenga prioridad sobre la inversión productiva”. Esta tendencia realmente puede enmarcarse dentro de la amplia financiarización del capitalismo, que sustituye la inversión por la propiedad y el beneficio por la renta. 

En tercer lugar, al igual que las plataformas de la web 2.0, los metaversos y las redes de blockchain tienden al monopolio, y en ese sentido, paradójicamente, acaban cayendo en ese centralismo que supuestamente venían a romper. Esto se explica en ambos casos por el efecto red que tienen las plataformas: cuantos más usuarios haya en una plataforma o en un metaverso mayores serán los beneficios para todos. La lógica de depredación lleva a ambos tipos de plataformas a acaparar el máximo número posible de usuarios. Y en el caso de los metaversos esto se ve más agudizado por la lógica de inversión especulativa en criptomoneda: un metaverso con poca gente será un metaverso con poca inversión en su economía digital y, por tanto, con propiedad que puede perder su valor en cualquier momento. 

En último lugar, los metaversos de blockchain, como las plataformas de la web 2.0 en esta tendencia monopolística, generan claras relaciones de dependencia para con sus usuarios. De hecho, si esta fantasía de un único Metaverso común a todas las plataformas y con una red de blockchain única se llegara a cumplir, la monopolización sería incluso más extrema que en el caso de la actual web 2.0, con todo lo que eso conllevaría12. Todos los usuarios dependeríamos de ese metaverso, sin alternativa posible, siendo además un metaverso mucho más vulnerable a cualquier ataque informático. De hecho, existen bastantes dudas de que a nivel técnico, una red de blockchain que albergue a tantos usuarios sea capaz de operar de manera eficaz13

Por resumir, parafraseando a Stephen Diehl en su artículo Web3 is bullshit, en lo único en lo que es bueno este nuevo metaverso “descentralizado”, este supuesto futuro de internet, es en consolidar una tendencia “anarco-casino-capitalista” a base de mercantilizar y privatizar cualquier propiedad digital, antes comunitaria14. La cripto-utopía se basa en la destrucción del estado y en la consolidación de la propiedad privada.

LA DESTRUCCIÓN DEL ESTADO Y LA CONSOLIDACIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA EN EL METAVERSO

Hay un texto fabuloso de 2002, llamado The Regulation of Liberty15, en el que Richard Barbrook, el famoso teórico del ciberespacio y activista inglés, repasa la relación entre la propiedad privada y el estado en internet. En ese momento de principios de los 2000, los libertarios defensores de la ideología californiana –que habían soñado con un internet ajeno a la regulación del estado– se dan cuenta de que para que el mercado funcione en la web, realmente necesitan proteger la propiedad intelectual mediante leyes estatales: privatizar la información. Es un momento en el que las grandes corporaciones mediáticas lanzan una campaña feroz contra la piratería, y reclaman la vuelta del estado y la creación de leyes para proteger la propiedad digital privada. 

Citando a Locke, Barbrook da en el clavo en lo que se refiere a la relación entre propiedad privada y estado: The great and chief end of… Mens… putting themselves under Government… is the preservation of their Property. [En español: “El grande y principal fin que lleva a los hombres a unirse en Estados y a ponerse bajo un gobierno es la preservación de su propiedad”]16. Así como en el mundo físico la policía y las fuerzas represoras del estado funcionan para proteger la propiedad privada, también en el ciberespacio la injerencia del estado es necesaria para garantizar que el mercado funcione. Es una tensión aún a día de hoy irresoluble para los anarcocapitalistas, que sueñan con un mundo sin estado al tiempo que lo necesitan para que su utopía ultraliberal basada en el mercado funcione17. 

En su texto, Barbrook cree que es muy difícil que el estado extienda su vigilancia por el ciberespacio para impedir que el derecho a la propiedad intelectual sea vulnerado. Y apunta a que internet ya ha tomado una deriva ‘Hi-Tech Gift Economy’ en que el acceso a la información es gratuito y libre. De manera casi profética, dice que la vulneración de la propiedad intelectual podrá ser tolerada por las grandes corporaciones siempre que haya otras formas de rentabilizar la información: estrategias como el “data-mining”, el “real time delivery” o la publicidad. Y efectivamente, estas han sido las estrategias de financiación de las plataformas que se han consolidado en la web 2.0, permitiendo un acceso más o menos libre a la información, pero asegurándose la rentabilidad gracias a la extracción y procesamiento de datos.  

Pensemos, como ejemplo, en el caso de YouTube. El acceso a la información sigue siendo libre para los usuarios, pero gracias al uso de los datos de consumo –refinados por el algoritmo– la plataforma es capaz de hacer un targeting muy eficaz de la publicidad, que es rentable para los anunciantes y que permite a la plataforma financiarse. Igual sucede con el resto de plataformas de redes sociales, que marcaron el modelo de negocio de plataformas dentro de la web 2.0. En los 20 años que han pasado desde que Barbrook escribiera su texto, la deriva ha sido muy similar a la que él describió, superándose más o menos la tensión estado-propiedad privada. 

Por un lado, el estado no ha entrado de lleno en el ciberespacio para legislar la propiedad privada e intelectual. Es obvio que ha habido avances en esta dirección, pero por lo general, el control del estado va muy por detrás del de las plataformas de internet. Por otro lado, el acceso a la mayoría de la información sigue siendo libre porque las empresas han encontrado otra manera de sacar beneficios, estableciendo un modelo de negocio de plataformas, que Nick Srnicek reseña en su Capitalismo de Plataformas. Por último, la piratería ha disminuido porque estas empresas se han encargado de proveer un acceso más cómodo y relativamente asequible, si no completamente gratis, a la información de manera legal. Este es el caso de las plataformas en streaming como Netflix que garantizan un acceso cómodo y relativamente barato a la información, o es el caso de los periódicos digitales, que ofrecen mayoritariamente un acceso totalmente gratis a la información. 

Pero 20 años después del texto de Barbrook, la manera en que las plataformas habían resuelto la tensión entre estado y propiedad privada en un mundo de acceso más o menos libre a la información, podría cambiar sustancialmente tras la llegada de las cripto. Y es aquí dónde esta tecnología puede suponer un verdadero punto de ruptura. De hecho, la tecnología blockchain y las criptomonedas no nacen ajenas a la problemática anarcocapitalista en torno al estado. Es bien sabido que las criptomonedas nacen principalmente como una reacción a la crisis de 2008, en un intento de devolver a las masas la soberanía monetaria, frente a unas instituciones bancarias centralizadas que, tras la crisis, habían perdido toda su credibilidad. Para ello, la blockchain permite crear un registro de transacciones monetarias descentralizado, que no necesita la supervisión de ningún banco para ser verificado. El primer resultado de este desarrollo tecnológico fue la bitcoin. Posteriormente llegaron otras redes de blockchain como Ethereum, que fueron más allá de un registro bancario y crearon un registro de la propiedad descentralizado. La principal promesa de la blockchain es la lucha contra las estructuras de gobernanza centralizadas: entre ellas el estado. 

Esta promesa anti-estatal ha hecho que la blockchain sea considerada una tecnología revolucionaria y utópica por varios teóricos. En su libro, Criptocomunismo, Mark Alizart considera que la blockchain es la tecnología perfecta para derrocar a los bancos y al estado burgués; reapropiar los medios de producción y finalmente establecer un verdadero comunismo que consista, como apuntaba Marx, en “la administración de las cosas”, superando las ambiciones socialdemócratas y sin devenir en otro estado centralista como el soviético19. Y sin embargo, recordemos que, precisamente por esta capacidad para supuestamente derrocar al estado, los libertarios anarcocapitalistas son también los primeros que toman la blockchain como piedra angular de su proyecto político.  

Pero si la blockchain puede derrocar al estado, tal y como supuestamente iba a suceder con el internet original, ¿qué entidad se encargará entonces de proteger y legitimar la propiedad privada? ¿Supondrá la caída del estado la llegada de un mundo sin propiedad privada, tal y como sueña la utopía comunista? ¿O por el contrario acabaremos viviendo en un mundo en que la lógica del mercado se imponga a sus anchas sin regulación estatal? La blockchain de Ethereum funciona como un registro en el que tanto las transacciones económicas de su criptomoneda ETH, como la propiedad privada, en forma de NFT, quedan registradas tras la verificación de todos los usuarios de la red. El certificado del registro de la propiedad es lo que llamamos NFT (Non-fungible token). La blockchain viene a ser el nuevo registro automatizado y descentralizado que resuelva la tensión entre estado y propiedad privada, asegurando esta propiedad privada pero deshaciéndose del estado centralizado, para delicia de los libertarios. 

Los NFTs evidentemente parecen no tener ninguna utilidad en el entorno del internet tradicional. Pensemos en los NFTs que se han vendido por millones solo por el simple hecho de ser NTFs: cualquiera tiene acceso libre a estas imágenes con una mera búsqueda de google. Sin embargo, en un eventual metaverso cuya economía está basada en redes de blockchain la única propiedad digital a la que tendríamos acceso sería la registrada en la blockchain20. Y ya no solo será propiedad intelectual; será propiedad privada a secas, puesto que en el metaverso las tierras y los bienes son también información. La verdadera revolución del metaverso quizás sea la de convertir toda nuestra realidad en información que es maleable y, gracias a la blockchain, fácilmente privatizable. 

¿Y qué tan terrible es verdaderamente una sociedad basada en la propiedad privada y en la lógica del mercado? Pensemos en que cuando la izquierda liberal hablaba de las bondades del capitalismo digital pensaban en cómo toda esta nueva estructura de propiedad iba a democratizar el mercado, y permitir que toda la población fuera capaz de ser propietaria de pleno derecho en el metaverso. Solo hace falta estudiar la estructura de la propiedad de la tierra en el metaverso para darse cuenta de que una gestión privatizada no es desde luego la más democrática ni la más fácil de universalizar. 

Este artículo publicado en mayo de 2022, repasa de manera rápida cuál es la estructura de propiedad de las tierras en el metaverso. Para empezar el acceso a la tierra dentro del metaverso es limitado porque son principalmente cuatro grandes empresas, cuatro grandes metaversos, los que tienen la gran mayoría de la propiedad original de la tierra. A fecha de mayo de 2022, el metaverso de Sandbox dominaba el 62% del mercado de tierra dentro del metaverso, seguido por Decentraland, Cryptovoxels y Somnium. Que cuatro empresas privadas tengan la propiedad original de prácticamente todo el metaverso no es una manera muy democrática de comenzar. 

El precio medio de las parcelas dentro del Metaverso ha aumentado de 1.265 dólares a 12.684, según los datos de una investigación llevada a cabo por Republic Realm22. Un precio tan alto de las tierras hace que haya un evidente sesgo de clase en el acceso a la propiedad dentro del metaverso. De hecho, esta propiedad está únicamente en las manos de 25.000 propietarios, algunos de los cuales, fondos de inversión, ya están empezando a establecer negocios de alquiler de propiedad para aquellos que nunca podrán aspirar a ser propietarios.

Solamente a partir de estos datos se puede intuir que la estructura de propiedad dentro del metaverso no avanza hacia una democratización ni universalización de la propiedad privada, sino hacia todo lo contrario: hay una centralización de la propiedad que hace que las dinámicas de desigualdad del capitalismo contemporáneo se reproduzcan tal cual en el metaverso. Si la izquierda soñara con el acceso universal y democrático de las masas al metaverso, debería, en primer lugar, dejar de apoyar un mundo basado en la propiedad privada y aspirar a la socialización y gestión comunitaria de la tierra digital. El mercado y la propiedad privada son incompatibles con la democratización real de la propiedad digital. Y sin instituciones que canalicen la voluntad democrática, regulen el precio de la propiedad, o directamente, expropien la tierra, difícilmente van a cambiar estas tendencias.

LAS DAOS: AUTOGOBERNANZA Y DEMOCRACIA EN EL METAVERSO

Las siguientes preguntas que nos planteamos son: ¿Qué estructuras de gobernanza están surgiendo en el metaverso? ¿Qué margen nos dan estas para el control democrático del mismo?

En una entrevista que Maliha Abidi concedió en RealVision, a finales de 2021, la periodista Elaine Ly le preguntó a la artista digital por la relación entre las comunidades dentro del mundo cripto y las DAO –por sus siglas en inglés, Decentralized Autonomous Organization–. Sabemos que las DAO se han postulado como la principal estructura de gestión de la blockchain y de las tierras del metaverso, y actualmente cuentan con 8 billones de dólares en activos aproximadamente26. Elaine Ly comenzaba citando a Chris Perkins, importante inversor en proyectos de blockchain, que declaró una vez que cualquier colección con más de diez mil piezas (NFTs) vendidas podía convertirse automáticamente en una DAO27.  

En diciembre de 2021, Chris Perkins publicó en su página de Medium un artículo defendiendo las bondades de las DAO frente a las estructuras de gobernanza tradicionales28, de nuevo por su supuesto carácter descentralizado y no jerárquico, así como por su efectividad a la hora de canalizar la voluntad directa de sus comunidades particulares frente a las actuales democracias representativas, que suponen una imposición de la voluntad general y una cesión de la soberanía popular a los gobiernos. Esta tensión entre la democracia como voluntad general frente a los intereses de comunidades particulares no es nueva. Autores anarcoliberales del estilo de Juan Ramón Rallo han hecho fuertes críticas a la democracia en este sentido, defendiendo un asociacionismo voluntario parecido al que proponen las DAOs29. Pero antes de entrar a desentrañar cómo funcionan los DAOs y sus tensiones con la democracia, hay algo de la cita de Chris Perkins que nos da una pista sobre cómo se conforman las comunidades en el entorno cripto en general. 

Decía Perkins que cualquier colección con más de diez mil piezas (NFTs) vendidas podía convertirse automáticamente en una DAO. La conexión que Perkins establece entre NFTs y DAOs desvela otra de las dimensiones de las NFTs que hasta ahora no hemos analizado: su valor social. Según Maliha continúa hablando en la entrevista de RealVision, es curioso escuchar cómo se refiere a sus compradores de NFTs como parte de una comunidad. Incluso habla de las características ideológicas de su comunidad frente a otras comunidades dentro del mundo cripto. Recordemos que mediante la compra de un NFT de la colección Women Rise de Maliha, el comprador estaba destinando dinero a ONGs que luchan por la igualdad de género. 

En este caso, como también sucede en muchos otros, lo que entra en juego en la compra del NFT no es tanto el valor en sí de la propiedad –que muchas veces carece de utilidad– o el valor de cambio de dicha propiedad –su valor en un mercado que está sujeto a grandes fluctuaciones debido a la especulación–, sino que tiene que ver, en parte, con una cuestión social: formar parte de una cierta comunidad con la que se comparten valores o en la que se confía. El proyecto de Women Rise de Maliha solo se entiende desde esa perspectiva. E igualmente otros proyectos de este tipo, como la colección de NFTs de Willyrex, solo se entienden desde una perspectiva comunitaria: el NFT te permite formar parte de un proyecto en el que confías y distinguirte de esa manera. Como en el mundo físico, dentro del entramado social la propiedad tiene un valor también simbólico, y esto es importante para comprender cómo se conforman las comunidades y las estructuras de gobierno en los metaversos de blockchain. 

Un NFT, entre otras muchas cosas, es una membresía: una forma de pertenencia a un grupo. Un grupo que puede estar disperso y sin articular, o que puede organizarse en forma de DAO. El problema de esta forma de asociación libre y voluntarista que proponen las DAOs es que entran en conflicto directo con la idea de sufragio universal de la democracia. 

Según funcionan las cosas, hay dos formas actuales de pertenecer a un DAO: una forma de membresía basada en tokens y otra basada en acciones o participaciones (shares en inglés). El primero de ellos es un sistema abierto en el que cualquiera que tenga la criptomoneda o el NFT en cuestión dentro de la blockchain puede ser miembro de la DAO. Es claro que este primer modelo tiene un evidente sesgo de clase en la medida en la que no todas las personas tienen la capacidad económica de adquirir un token (un NFT o una criptomoneda). Mercantilizar la membresía –y por tanto el derecho a voto– de las estructuras que gobernarán el metaverso es peligroso, pues supone limitar el acceso de este a buena parte de la población. Es volver al sufragio censitario. El ejemplo perfecto está, de nuevo, en cómo se está gestionando el acceso a la tierra del metaverso. Debido a los elevados precios de las parcelas, ya existen DAOs que se han constituido para comprar enormes porciones de terreno y permitir un acceso más asequible utilizando un sistema de membresía o alquiler. Unas tierras que podrían ser de gestión comunitaria, de nuevo, privatizadas y mercantilizadas30

El segundo sistema, de shares, es un sistema cerrado en el que solo mediante la adquisición de acciones –si el comité que gobierna lo permite– se puede ser miembro de la DAO. Este sistema de membresía es igual que el de una empresa privada. El proyecto Women Rise de Abidi se convirtió finalmente en una DAO de este tipo31 en el que, sólo tras un proceso de selección, se puede uno convertir en miembro de la DAO. Aunque en el caso de Women Rise, el proceso de selección existe para aplicar una discriminación positiva y elegir a mujeres en condiciones de desigualdad que lo necesiten, este sistema abre la puerta a distintas cribas y discriminaciones que pueden orientarse ideológicamente de muchas maneras. 

Como vemos, en ninguno de los modelos de membresía hay una idea de ciudadanía parecida a la que propone el estado liberal de derecho contemporáneo: una membresía por el mero hecho de haber nacido que garantice ciertos derechos fundamentales, entre ellos el derecho a voto. Y con todos los problemas que ya acarrea el estado liberal, mucho menos vemos trazas de una estructura social-sindicalista en la que no sea ya el estado liberal el que garantice los derechos, sino que estos sean de acceso realmente universal, y se ejerzan a través de organizaciones autónomas de democracia directa, en las que todo el mundo pueda participar. 

Si las DAOs son las estructuras de gobierno del metaverso, estamos avanzando de nuevo hacia un sistema de sufragio censitario, en el que solo los propietarios pueden votar y decidir sobre las cosas. O tratamos de proponer alternativas que garanticen un acceso de verdad universal, o la supuesta democracia descentralizada de la blockchain puede generar cotas de exclusión muy grandes. No es seguro de si el metaverso será un espacio tan importante en el futuro como para que esta lucha requiera toda nuestra energía. Pero desde luego, si creamos un mundo nuevo, intentemos crearlo para todes y no para unos pocos.

Fidel Enciso Durán

Fidel Enciso Durán (Cáceres, 2001) es estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en Madrid. Actualmente forma parte del colectivo mediadistancia con el que trabaja y ha trabajado como programador en distintos espacios culturales como Cineteca y festivales de cine como Alcine o DocumentaMadrid.

 

 

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